Política
Uno sabe que se está haciendo viejo cuando empiezan a interesarle cosas absurdas como la política. Toda mi vida pensé que podría escapar de lacras de este tipo. "Son otros los que pierden el tiempo con esas cosas", pensaba yo. Ah, qué vueltas da la vida. Siempre me pareció (y en el fondo me lo parece aún) que la política no es diferente del fútbol sin goles: uno elige su bando y lo defiende hasta el final, pase lo que pase, llueva o truene, se juegue bien o no, y discute animadamente de ello en tertulias de café vacías sin ver nunca ninguna consecuencia llamativa. Un 0-0 eterno, inmutable. Como nunca me interesó, tampoco me preocupé nunca de ir a votar. Recuerdo claramente la primera vez que voté; fue en aquella ocasión justo después del 11-M. Como veis, había logrado estar varios años sin acercarme a una urna, aun teniendo el derecho legal (y no falta quien asegura que la obligación cívica) de hacerlo. En aquella ocasión fue un voto de hastío provocado por una suma de cuesti...