Todo suma
“Todo suma”, me dijo una amiga una vez. En realidad ella no quería decir eso, era un malentendido: pensaba que lo había dicho yo y le llamaba la atención, pero yo había dicho otra cosa. De todas maneras, es verdad: todo suma.
Ya decía Hank Scorpio que las cosas pequeñas son las que hacen la vida. No se puede luchar contra eso, porque todo suma. Esta tarde he continuado la partida que estoy jugando al Football Manager 2006, un estupendo juego de estrategia deportiva. Ha sido un completo desastre. Caímos en una extraña racha de siete derrotas consecutivas, perdiendo partidos de todas las maneras posibles. En el último minuto, en el primero, de goleada, ajustadito, jugando mejor, jugando peor. Yo me volvía loco porque tengo plantilla para sacar resultados mucho mejores. Conseguimos marcar un montón de goles, pero por algún motivo misterioso siempre me lo devolvían a los dos minutos. En más de una ocasión, me metían dos por el precio de uno. Me adelanto en el marcador. Vale, de puta madre. Vamos aguantando el resultado, con ocasiones para ampliarlo, y entonces, en su primera llegada, me empatan. Y en dos minutos, sacan un córner y me meten otro. Yo no me lo puedo creer, pero estamos jugando bien y confío en remontar. Entonces me meten otro al contraataque. Para llorar. Esto me ha pasado hoy cuatro o cinco veces. En otro partido, el que aniquiló mi moral por completo, estábamos viendo esta misma historia; yo les había echado la bronca a los jugadores en el descanso y parecía que estaban saliendo con ganas. Logramos el empate a dos en el minuto 78, con una actuación sobresaliente de Ezequiel Lavezzi, que había entrado en la segunda parte. Luego, una jugada magistral de combinación que acaba con un centro a mi ariete, Ilhan Mansiz, que marca un golazo por la escuadra desde el borde del área. 3-2. remontada, alegría, jolgorio. Minuto 82. las cosas salen bien, para variar. Estamos con un hombre menos desde el minuto 20 del partido por una roja directa (merecida, para qué negarlo), asi que decido que hay que mantener el resultado. Quemo el último cambio, retiro a un delantero y meto a un mediocentro defensivo, le encargo al equipo que defienda a saco y retraso a los extremos. Cinco putos minutos para ganar el partido. Me empatan en el 88, de penalti (y en casa!), y en el descuento un desgraciado remata a gol un despeje de mi portero. 3-4. de ahí en adelante, todo cuesta abajo. Lo peor es que no jugamos mal. Marcamos en todos los partidos, pero nuestra defensa es lamentable y… nos marcan más. Lo peor es encajar por culpa de algún capullo que la caga en un pase en el centro del campo y deja vendida a la defensa. Es que así no se va a ningún lado. Evidentemente, la directiva acabó por destituirme. Habíamos caído en puestos de descenso a 2ªB, a pesar de ser el 2º equipo más goleador de toda la liga. Para mayor infamia, yo acababa de rechazar una oferta de contrato del Levante, que iba cómodamente instalado en la 8ª plaza. Pasé de ellos porque estaban endeudados hasta las cejas y me ofrecían menos pasta, aparte de porque tenía cerrados unos fichajes cojonudos para la próxima temporada. Pues nada. Me fui de vacaciones a esperar ofertas, mientras veía como, en verano, la prensa felicitaba a mi sustituto por los ambiciosos fichajes que yo había hecho. Lamentable. En un momento de depresión y hastío, decido salir del juego sin grabar la partida, cobardía despreciable que nunca suelo hacer.
Hoy es un día estúpido, un lunes después de vacaciones, nada sale bien y tengo ganas de irme a dormir ya para acabar con esto de una vez. Parece una chorrada, pero es que todo suma.
Ya decía Hank Scorpio que las cosas pequeñas son las que hacen la vida. No se puede luchar contra eso, porque todo suma. Esta tarde he continuado la partida que estoy jugando al Football Manager 2006, un estupendo juego de estrategia deportiva. Ha sido un completo desastre. Caímos en una extraña racha de siete derrotas consecutivas, perdiendo partidos de todas las maneras posibles. En el último minuto, en el primero, de goleada, ajustadito, jugando mejor, jugando peor. Yo me volvía loco porque tengo plantilla para sacar resultados mucho mejores. Conseguimos marcar un montón de goles, pero por algún motivo misterioso siempre me lo devolvían a los dos minutos. En más de una ocasión, me metían dos por el precio de uno. Me adelanto en el marcador. Vale, de puta madre. Vamos aguantando el resultado, con ocasiones para ampliarlo, y entonces, en su primera llegada, me empatan. Y en dos minutos, sacan un córner y me meten otro. Yo no me lo puedo creer, pero estamos jugando bien y confío en remontar. Entonces me meten otro al contraataque. Para llorar. Esto me ha pasado hoy cuatro o cinco veces. En otro partido, el que aniquiló mi moral por completo, estábamos viendo esta misma historia; yo les había echado la bronca a los jugadores en el descanso y parecía que estaban saliendo con ganas. Logramos el empate a dos en el minuto 78, con una actuación sobresaliente de Ezequiel Lavezzi, que había entrado en la segunda parte. Luego, una jugada magistral de combinación que acaba con un centro a mi ariete, Ilhan Mansiz, que marca un golazo por la escuadra desde el borde del área. 3-2. remontada, alegría, jolgorio. Minuto 82. las cosas salen bien, para variar. Estamos con un hombre menos desde el minuto 20 del partido por una roja directa (merecida, para qué negarlo), asi que decido que hay que mantener el resultado. Quemo el último cambio, retiro a un delantero y meto a un mediocentro defensivo, le encargo al equipo que defienda a saco y retraso a los extremos. Cinco putos minutos para ganar el partido. Me empatan en el 88, de penalti (y en casa!), y en el descuento un desgraciado remata a gol un despeje de mi portero. 3-4. de ahí en adelante, todo cuesta abajo. Lo peor es que no jugamos mal. Marcamos en todos los partidos, pero nuestra defensa es lamentable y… nos marcan más. Lo peor es encajar por culpa de algún capullo que la caga en un pase en el centro del campo y deja vendida a la defensa. Es que así no se va a ningún lado. Evidentemente, la directiva acabó por destituirme. Habíamos caído en puestos de descenso a 2ªB, a pesar de ser el 2º equipo más goleador de toda la liga. Para mayor infamia, yo acababa de rechazar una oferta de contrato del Levante, que iba cómodamente instalado en la 8ª plaza. Pasé de ellos porque estaban endeudados hasta las cejas y me ofrecían menos pasta, aparte de porque tenía cerrados unos fichajes cojonudos para la próxima temporada. Pues nada. Me fui de vacaciones a esperar ofertas, mientras veía como, en verano, la prensa felicitaba a mi sustituto por los ambiciosos fichajes que yo había hecho. Lamentable. En un momento de depresión y hastío, decido salir del juego sin grabar la partida, cobardía despreciable que nunca suelo hacer.
Hoy es un día estúpido, un lunes después de vacaciones, nada sale bien y tengo ganas de irme a dormir ya para acabar con esto de una vez. Parece una chorrada, pero es que todo suma.
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