Gorge... Ouch!
Parece que ha cambiado el tiempo. Esta mañana el aire era brumoso rocío y no brillante luz; el barco parecía perdido en la nada durante el trayecto a través de la ría. Antes de las ocho todavía el sol yace en oriente y su mirada no ilumina las nuestras. La brisa trae frías caricias y ya no más cálidos besos. Pronto empezarán los árboles a desnudarse voluptuosos, alfombrando las calles con los restos crujientes de sus vestiduras. Se acerca el invierno.
Y el mejor aviso no es ningún cuervo blanco, ni tiene que ver con “poéticas” frases de vacío contenido: en algún lugar me pilló el frío y hoy tengo un dolor de garganta nada gracioso. Casi lo sería, si no fuera mío. Hace pocos días comentaba, no recuerdo con quién, que yo era relativamente resistente a esos pequeños contratiempos de salud tipo resfriado o gripe y que no temía por ello. La hipocondría no es, desde luego, uno de mis males. En ese mismo momento también añadí, curándome en salud, que era suficiente que dijera eso para que enseguida cayera enfermo por cualquier cosa. La gente rió, y también yo, que soy de un simpático y tengo un magnetismo tal que el destino quiso redondear mi gracia.
Bueno, pues así estamos. Espero que no sea nada, que se me pase en un par de días y que no me dé mucho la tabarra. Me fastidiaría perder el tiempo por estas degradantes cuestiones físicas. Uno, que valora al ser humano por su espiritualidad, su inteligencia, las virtudes de su mente, por los logros que a través de ellos alcanza, no puede más que sentirse irritado cuando nimiedades relativas a su naturaleza física, animal, entorpecen el camino de su voluntad. Y esto sirve tanto para las enfermedades como para todas esas necesidades y apetitos cotidianos que cada día nos vemos obligados a satisfacer.
Y el mejor aviso no es ningún cuervo blanco, ni tiene que ver con “poéticas” frases de vacío contenido: en algún lugar me pilló el frío y hoy tengo un dolor de garganta nada gracioso. Casi lo sería, si no fuera mío. Hace pocos días comentaba, no recuerdo con quién, que yo era relativamente resistente a esos pequeños contratiempos de salud tipo resfriado o gripe y que no temía por ello. La hipocondría no es, desde luego, uno de mis males. En ese mismo momento también añadí, curándome en salud, que era suficiente que dijera eso para que enseguida cayera enfermo por cualquier cosa. La gente rió, y también yo, que soy de un simpático y tengo un magnetismo tal que el destino quiso redondear mi gracia.
Bueno, pues así estamos. Espero que no sea nada, que se me pase en un par de días y que no me dé mucho la tabarra. Me fastidiaría perder el tiempo por estas degradantes cuestiones físicas. Uno, que valora al ser humano por su espiritualidad, su inteligencia, las virtudes de su mente, por los logros que a través de ellos alcanza, no puede más que sentirse irritado cuando nimiedades relativas a su naturaleza física, animal, entorpecen el camino de su voluntad. Y esto sirve tanto para las enfermedades como para todas esas necesidades y apetitos cotidianos que cada día nos vemos obligados a satisfacer.
Comentarios
shaerrawed
Roberto