L.E.Y: La Era de las Yoyas

Leía hace poco en Pyjamarama! un simpático artículo sobre los juegos de repartir leña que tan de moda estuvieron a principios de los noventa. Aunque había habido precursores ilustres como Double Dragon, y habría herederos todavía más ilustres como Streets of Rage 2, el Final Fight fue quizá el juego que mejor capturó la esencia del género. Ejemplificaba además el cambio inexorable de los tiempos con una evolución en los gustos e intereses de la humanidad. Antes, triunfaban videojuegos como Ghosts and Goblins, en el que el jugador encarnaba a un caballero andante que debía rescatar a su princesa prometida de las garras de un Señor del Mal, y enfrentarse a sus huestes demoníacas a golpe de espada y lanza. En Final Fight, el jugador encarnaba a un macarra de gimnasio que debía salvar a su novia de las garras de un adinerado mafioso, y enfrentarse a sus sicarios colocados a golpe de puño y bate de béisbol. La evolución, como veis, no se detiene ante nadie.
Pero aquella era de romántico individualismo en la que uno podía soñar con darle de palos a docenas de tíos iguales entre sí no surgió solamente de los videojuegos. Como cualquier historiador podría indicarnos, hay multitud de factores que interactúan. En este caso, el éxito de los juegos de hostias tiene que estar de alguna manera relacionado con el auge de “actores” como Arnold Schwppeswithburger, Silvester Stallone, Jean-Claude Van Damme o Steven Seagal.
Aunque se los encasilla injustamente a todos ellos como “actores de acción”, en realidad cada uno tiene algo así como un estilo propio que casi podemos considerar como un género aparte. Así, según sus inclinaciones a uno le gustará más uno u otro (igual que en Final Fight podíamos ser el mazas de gimnasio, el ágil karateka segundón que se parte la cara pa que la tía pase de él o el maromo enorme y lento que te desgracia de una bofetada). En aquellos tiempos sí que había variedad. Ahora nos tenemos que conformar con la cara de palo pixelada de Keanu Reeves. Menos mal que está por ahí Vin Diesel, cuyo nombre ya vale una entrada de cine (a este lo pillaron para The Fast and the Furious sólo por el nombre, fijo). Qué poco glamour tienen los héroes de acción del cine actual. Si es que se los puede llamar así, porque ¿a quién se le ocurrió la idea de intentar colarnos a Will Smith como héroe de acción? ¿O a Nicholas Cage? Nunca serás un superhéroe, Nick. Esta gente está más bien a la altura de Chuck Norris o Lorenzo Lamas, que siempre fueron unos perdedores, dicho sea de paso.
Podéis pensar que exagero, pero es verdad que cada uno de esos que decía antes se trae una movida muy diferente. En las pelis de todos había explosiones y hostias finas, pero cada uno tenía su sello personal. El que más se lo curraba era Arnie (tan bien se lo curraba que acabó de gobernador, mira tú). Stallone dio vida a dos personajes históricos, míticos y legendarios, todo a la vez: Rocky y Rambo. Luego, se retiró del cine misteriosamente (sí, que nadie me diga lo contrario, Stallone no hizo más películas, no las hizo, lalalalalalala).
Pero aquella era de romántico individualismo en la que uno podía soñar con darle de palos a docenas de tíos iguales entre sí no surgió solamente de los videojuegos. Como cualquier historiador podría indicarnos, hay multitud de factores que interactúan. En este caso, el éxito de los juegos de hostias tiene que estar de alguna manera relacionado con el auge de “actores” como Arnold Schwppeswithburger, Silvester Stallone, Jean-Claude Van Damme o Steven Seagal.
Aunque se los encasilla injustamente a todos ellos como “actores de acción”, en realidad cada uno tiene algo así como un estilo propio que casi podemos considerar como un género aparte. Así, según sus inclinaciones a uno le gustará más uno u otro (igual que en Final Fight podíamos ser el mazas de gimnasio, el ágil karateka segundón que se parte la cara pa que la tía pase de él o el maromo enorme y lento que te desgracia de una bofetada). En aquellos tiempos sí que había variedad. Ahora nos tenemos que conformar con la cara de palo pixelada de Keanu Reeves. Menos mal que está por ahí Vin Diesel, cuyo nombre ya vale una entrada de cine (a este lo pillaron para The Fast and the Furious sólo por el nombre, fijo). Qué poco glamour tienen los héroes de acción del cine actual. Si es que se los puede llamar así, porque ¿a quién se le ocurrió la idea de intentar colarnos a Will Smith como héroe de acción? ¿O a Nicholas Cage? Nunca serás un superhéroe, Nick. Esta gente está más bien a la altura de Chuck Norris o Lorenzo Lamas, que siempre fueron unos perdedores, dicho sea de paso.
Podéis pensar que exagero, pero es verdad que cada uno de esos que decía antes se trae una movida muy diferente. En las pelis de todos había explosiones y hostias finas, pero cada uno tenía su sello personal. El que más se lo curraba era Arnie (tan bien se lo curraba que acabó de gobernador, mira tú). Stallone dio vida a dos personajes históricos, míticos y legendarios, todo a la vez: Rocky y Rambo. Luego, se retiró del cine misteriosamente (sí, que nadie me diga lo contrario, Stallone no hizo más películas, no las hizo, lalalalalalala).
Seagal empezó especializándose en un tipo determinado de papel. Sus primeras películas se ceñían todas a un guión similar: un excombatiente superexperto en toda clase de cosas molonas investiga a algún señor muy malo, que o bien mata a su familia para que lo deje tranquilo o bien trata de matarlo a él, que escapa por los pelos (pero su familia muere de todas formas). Entonces empieza una feroz historia de venganza contra el señor malo (que siempre es “un respetado miembro de la comunidad”, ¿o es que no habéis oído esa frase mil veces?), en la que no faltan escenas en las que le da palizas a sus sicarios y le rompe el brazo a alguien mientras pone su cara de estar oliendo mierda. Parece que cobrara por brazo roto el tío. Y nunca le hacen nada, ojo. Más tarde, Steven trataría de diversificar su talento (“salir del encasillamiento” lo llaman también), coincidiendo con una época de revelaciones religiosas. Así, pasó de interpretar a exsoldados que le parten la cara a los malos a interpretar a científicos que le parten la cara a los malos, o también a seguidores del budismo que le parten la cara a los malos. La evolución no se detiene, decíamos… de todos modos, estas últimas producciones no disfrutaron del éxito de las primeras, quizá por el excesivo contenido intelectual y filosófico de las mismas. O eso piensa él, yo creo que es porque hoy en día su barriga le impide levantar la pierna por encima de la cintura, con lo que las escenas de lucha quedan muy deslucidas. Y así son las pelis de Steven Seagal.
Van Damme se dedicaba a recibir, básicamente. Como sabe cualquiera que haya visto más de una, sus películas se basan siempre en el mismo patrón: lo forran a hostias, lo siguen forrando a hostias, le dan palizas brutales, y en el último momento, cuando todo parece perdido, recuerda los nobles motivos por los que lucha (era lo único que cambiaba de una peli a otra) y, en un momento de revelación, le da una patada voladora al malo y lo tumba para siempre. Además, en un momento u otro de la peli se abre de piernas (es su firma personal, como el “volveré” del Terminator). Y así son las pelis de Van Damme. Da coraje pensar que alguien ha cobrado dinero por los guiones. Bueno, ahora que lo pienso, quizá nadie lo hizo.
Comentarios
Algunas de estas son:
• Chuck Norris pidió un Big Mac en un Burger King y le hicieron uno.
• Chuck Norris contó hasta infinito. Dos veces.
• Chuck Norris vende su orina en lata. Se la conoce como Red Bull.
• Chuck Norris obligó a Vin Diesel a protagonizar 'Un canguro superduro'.
• Chuck Norris odia la piratería, pero ama a sus fans. Si te ve descargando un capítulo de "Walker: Texas ranger" se generaría en él un debate interior tan profundo que destruiría el mundo.
Más en http://frikipedia.isdifferent.com/friki/Chuck_Norris
Por su parte, Van Damme tenía lo de hacer el spagat ese.
Y Chuck Norris conseguía colarnos su patadón vulgar de velocidad ultralenta como kárate kiyo setentero o algo así.
Dónde irán las generaciones actuales con el tontolaba ese de Vin Diesel...
Los hay peores todavía, véase Dolph Lundgren.
Aprovecho para reivindicar la vena cómica de Arnie. No está nada mal (más que nada por que en el país de los ciegos, etc.) y hasta se autoparodia ("El último gran héroe", momentazo increíble con Stallone en el papel de Terminator).
Bud Spencer y Terence Hill... por qué hostias no les dieron a ellos el papel de Astérix y Obélix?
Roberto
Los únicos que fueron capaces de hacer sombra a Spencer y Hill en el bello género de la cachetada fueron Clint Eastwood y el inolvidable orangutan Clyde en "Duro de pelar".
Y Chuck Norris, aunque sólo sea por el final de "Kárate a Muerte en Bangkok" y por su aparición estelar en la WWF, ya tiene ganado un asiento en mi Valhalla particular de los repartidores de toñas.
Roberto
Este si que los tenía bien puestos, joder.