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Mostrando entradas de abril, 2006

Estadísticas

De vez en cuando le echo un ojo a la página de estadísticas del blog. Suele ser curioso. Aunque la mayor parte son datos aburridos y sin interés, de vez en cuando se encuentra uno con cosas espectaculares. El ritmo de visitas está aumentando sorprendentemente en 2006 y aún no acabo de entender por qué, pero oye, bienvenido sea. Si ir más lejos, el otro día se batió el record de visitas en un solo día (el 21 de mayo, 69 visitas), y para mí es un misterio, porque la media suele estar muy constante en treinta y algo. Y no hubo post ni nada. ¿Qué habrá pasado el 21 pa que haya entrado tanta gente? Alguna conjunción astral o algo. O tal vez fuisteis otra vez los mismos, poseídos por la fiebre de la polémica futbolera de esos días. Otro record, por cierto: 30 comentarios en un mensaje. Como ya me comentó alguien, se han visto los mismos típicos argumentos que todos hemos oído en una conversación sobre ese tema… lo cual respalda mi afirmación de que los antifútbol no razonan, de lo contrario

Faith

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Las cosas no tienen, en sí mismas, más importancia que la que uno quiere depositar en ellas. No os dejéis engañar en esto. La gente va por ahí diciendo “eso no es importante”, “esto sí”, o “eso es más importante que aquello”. Chorradas. Si relativizamos algo lo suficiente, veremos que en el fondo casi nada importa nada. A mí, por ejemplo, casi todo me da igual, porque doy importancia a pocas cosas. Después de pensar en ello, por diversos motivos que ahora no vienen al caso y no merece la pena comentar, he llegado a la conclusión de que lo único que me importa son un cierto número de personas a las que quiero. Ni siquiera es un número muy grande, sumando amigos y familiares. Luego hay cosas que me alegran un poco la vida, pero eso ya es otro tema. Todo esto viene al caso porque desde ayer se están jugando las semifinales de la Champions League, la Copa de Europa de clubes, vaya, y las estoy siguiendo con gran interés. Yo no diría que me importan, de la misma manera que tampoco me import

Reality

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El otro día, estando en el 24 horas, me fijé en las bolsas de conguitos. Yo no lo sabía, pero ahora también hay conguitos de chocolate blanco. Estaban en el expositor, el uno junto al otro, en una hermosa estampa de hermandad. Colors. El blanco y el negro, muy juntitos. Pero me choca una cosa. Los conguitos blancos siguen teniendo rasgos de negro (digamos que tienen un origen africano, para que no se nos ofendan los meapilas). En los conguitos normales, no hay ningún problema, siempre nos los vendieron como… bueno, como aborígenes del Congo o algo así. “Yo soy aquel negrito del África tropical”, decía el anuncio de otro producto muy conocido. Era un poco eso. De siempre, se relacionaba a los productos de chocolate y similares con negritos en África. Negritos, conguitos, viene a ser igual. Por cierto, también hay unas pastas llamadas negritos que están de vicio de ricas. Todo terriblemente condescendiente, en definitiva. Lo coherente sería que los conguitos blancos tuvieran otro diseño.

A veces pasa

Supongo que a los que escribimos blogs nos pasa a menudo que, si dejamos pasar una ocasión, la perdemos para siempre. A veces piensas “estupendo tema para hacer un comentario”, pero si lo dejas pasar, luego ya no te sirve. A veces, ni siquiera te acuerdas de qué era lo que querías comentar. A mí me pasa todo el tiempo. Muchas veces, llego aquí con una idea preconcebida y saco un comentario. Otras, empiezo a escribir de cualquier cosa y voy tirando por ahí. Esas son las peores, las menos interesantes. No es sólo porque no me pasan muchas cosas interesantes, sino porque además ejerzo una autocensura casi inconsciente sobre las cosas que estoy dispuesto a decir y las que no. Quizá vaya en contra del interés del texto, pero soy así de reservado, qué le vamos a hacer. El Poor Bastard de Joe Matt es una lectura estupenda, pero no es el rollo que a mí me va (y no lo digo sólo por el tema de las masturbaciones). Eso sí, me parece admirable, como admirables son también esos arranques de sinceri

Radio Free Waznei

Cada poco aparece por Internet un juguete nuevo. La mayoría nos aburren pronto. En realidad, creo que todo nos aburre pronto, o al menos a mí me pasa. Da la sensación de que hoy en día las cosas no están hechas para durar; el entretenimiento tampoco. Todo debe cambiar, siempre hace falta algo nuevo. Y es así como las coñas telefónicas, los vídeos chorras y los mails (supuestamente) graciosos acaban hartándonos… o al menos, a los que tenemos buen gusto (este es el punto en que los listillos me preguntan qué es el “buen gusto”… deberíais saberlo ya, mamones: es el que se parece al mío). Ahora pensaba escribir un pequeño comentario sobre lo rápido que se mueve nuestra sociedad hacia ninguna parte, pero he descubierto que no estoy demasiado inspirado para eso. Empecé este post con la idea de comentar mi nuevo juguete, antes de que me aburra y pierda el interés, como me ha pasado ya tantas veces. Asi que será mejor que me ciña al tema. Es simple. Las circunstancias fueron propicias y me dio