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Mostrando entradas de marzo, 2006

El blús del autobús

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La vida cotidiana está llena de pequeños detalles. Hoy estuvimos un poco liados en el trabajo, por lo que tardamos un poco más de lo normal en salir de la oficina. Como consecuencia, pillé el bus un poco más tarde. Lo justo como pa pillar la hora punta de salida de las oficinas (sí, normalmente suelo salir antes, una suerte lo de los horarios flexibles), con lo que el autobús iba bastante llenito. No demasiado, ojo, no es como los días de verano de 35º en la línea que va a la playa, ni como en los viejos tiempos del Cuvi cuando sólo había un bus cada hora para varios miles de alumnos. Digamos que iba razonablemente lleno. Pues bien, resulta que me ha venido a la cabeza una de esas imágenes absurdas de la infancia. A Martin Tupper, el de Sigue Soñando (no sé si alguien se acordará de esa serie que emitían en C+) le pasaba con cosas que había visto en la tele de pequeño; a mí me pasa con tebeos de Mortadelo que leía de pequeño. La viñeta en cuestión era la del típico tranvía que va abarr

Un año de Verdades Indiscutibles

¿Qué pasa en las series cuando a los guionistas no se les ocurre nada y necesitan un respiro? Que hay un capítulo de rememoraciones. Todos los hemos visto alguna vez; viene a ser gente diciendo “¿y te acuerdas de cuando…?” y entonces meten un trozo de otro capítulo. Es barato de producir, fácil de escribir, y a la gente no suele desagradarle volver a ver momentos puntuales que resultaron particularmente graciosos. Porque claro, esto sólo pasa en las telecomedias. Nadie querría volver a ver la escena en la que María Juanita se entera de que en realidad no es hija del viejo alfarero sino de Don Miguel Antúnez, el adinerado filántropo mecenas del arte gracias al cual Alfonso Enrique va a exponer en el Museo Nacional, para envidia de esa víbora de Herminia Arganda. Porque en las telecomedias el argumento no es importante, y es fácil contextualizar a un espectador casual. Probablemente la idea no funcione bien en un blog, pero resulta que no se me ocurre nada y necesito un respiro. Asi que,

Lecturas y reflexiones

Últimamente no paso mucho tiempo aquí. Se nota en el ritmo de actualización, claro. No sé cuándo cambiará esta situación. Habrá que esperar y ver. Qué emocionante, la incertidumbre. Mientras tanto, va avanzando el año. Philip K Dick es bienvenido en mi lista de candidatos a mejor lectura del año, quizá más por prestigio de por la calidad de su Pistola de Rayos. Aunque es un libro que contiene varios de sus temas clásicos y no deja de tener pinceladas muy interesantes, no está del todo bien resuelto. Acabé pillándole el punto, pero desde luego creo que no está a la altura de sí mismo. Como dato curioso, decir que la novela fagocita gran parte de la trama del relato corto Veterano de Guerra, publicado originalmente en 1954 y que podemos encontrar en el volumen 3 de la recopilación de su obra corta, El Padre-Cosa (que será próximamente reeditado por Minotauro; yo ansío que lleguen a sacar de una vez los volúmenes 4 y 5, inéditos en castellano). Para terminar con el tema lecturas, decir qu

Grandes Bodrios de la Historia del Cine: Underworld

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Que Underworld (2003) es una de las peores películas de la historia es algo que ninguna persona equilibrada puede discutir. Es tan mala que, en el momento de decidir que iba a hacer lo que estoy intentado hacer (es decir, inaugurar una nueva sección en la que vaya hablando de lo peor de lo peor de que se haya visto jamás en un cine), me he encontrado con una seria dificultad. Es tan jodidamente mala que realmente no sé qué decir para describirlo. Quizá debería volver a verla para refrescar las sensaciones que me produce… pero no merece la pena, esto no es tan importante, ni siquiera me pagan por ello. Se supone que me divierte, ¿por qué iba a tener que sufrir? Incluso cobrando, sería algo que tendría que pensar con mucha calma. Y es que decir que es mala es ser indulgente. Porque no es como esas pelis casposas de videoclub que todos conocemos y perdonamos. Underworld peca de crímenes abominables. Y voy a intentar explicarlo sin usar la palabra “pretencioso”, aunque le viene como anillo

(¿:?)

¿Has pensado alguna vez en el porqué de las cosas? Atontado como me encuentro, una mañana de domingo no es una gran diferencia. Puedo seguir haciendo esto todo el tiempo que haga falta y seguiremos sin llegar a ningún lugar. Tú, tan lejos; y yo aquí, medio dormido, con dolor de cabeza, el pelo arremolinado en una especie de corona de la dejadez. Quizá debería cortármelo. Pronto, me digo, pronto, pero todavía no. Esto no es lo que yo tenía pensado. En realidad esto no tendría que estar teniendo lugar. Tampoco es lo habitual. Suele ser más coherente, menos ambiguo. Directo. Volveré por donde solía, porque me gusta hacerlo. Pronto. Pronto, pero todavía no. Dicen que cuando hablas con alguien que está dormido, ese alguien te escucha. Aunque luego no lo recuerde conscientemente, de alguna manera se supone que “saben” aquello que les has contado. Es el principio que siguen esas cintas que uno se pone antes de dormir para ayudarte a… aprender cosas, o a dejar de fumar. Chorradas de psicólogos