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Mostrando entradas de mayo, 2006

Adore

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He ido a Madrid y he vuelto, aunque con más problemas de los esperados. La vida del bloguero es en tramos cortos, y más vale escribir algo antes de que los recuerdos caduquen. Contaré cosas del viaje, como lo estupendo que fue volver a ver a gente que hace tanto no veía, y desde luego alguna crítica furiosa al puto overbooking que me complicó la vuelta. Pero ya llegaremos a eso, que ahora el cuerpo me pide algo distinto. Una de las cosas que hice en Madrid fue continuar con mi política de adquisición de música original que realmente merezca su precio. Así que me compré por fin Adore, el quinto disco oficial de los Smashing Pumpkins, aunque hace ocho años que tengo una copia perfecta. Que no digan que no apoyo a los artistas. Supongo que a estas alturas todos sabéis que soy un fan acérrimo e irrecuperable de ese grupo. Creo que no soy una persona que caiga fácilmente en los típicos comportamientos compulsivos propios de un fan. Aunque es verdad que me gusta ser contundente en mis declar

Sellos

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Finalmente, el timo de la estampita ha quedado superado. Ahora está de moda el timo del sellito. Leo por ahí que entre Afinsa y el Fórum Filatélico suman una deuda de 3,500,000,000 eurillos. Cuánto cero, ¿eh? En realidad el tema no me interesa demasiado y sólo me he enterado de la movida de refilón. Pero en el fondo es que tiene gracia. Una gracia macabra y retorcida, pero no deja de tenerla. He visto en la tele y en los periódicos a gente hundida porque habían invertido ahí todos sus ahorros. Para cualquier persona con dos dedos de frente, invertir todo lo que tienes en una sola cosa es como jugar a ruleta rusa con el cargador lleno, pero no es a lo que me refiero. A mí nunca me hicieron gracia los tontos, y es que además hay tantos que cansan muy pronto. No, vamos a ver, se trata de otra cosa, de algo más en el meollo de la cuestión. Y es que lo que a mí me fascina es que esa gente ha invertido EN SELLOS. Fijaos bien: en sellos. En esos cuadraditos que pones en los sobres al enviar l

Pequeñas cosas a la luz de la luna

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La noche de ayer estuvo marcada por la luna llena. La luna llena tiene poderes increíbles. Debimos imaginar lo que pasaría cuando, acabando la tarde, nos fuimos a tomar unas cervezas al Lobishome. Era una señal. El sitio, por cierto, es estupendo. Yo escribiría el nombre sin h, pero de momento es el único “pero” que le puedo poner. La terracita en el jardín es cojonuda, y el local está en un sitio muy tranquilo en el que puedes escuchar el canto de los pajarillos, a pesar de estar a escasos minutos andando de la Plaza de España. Merece la pena volver, y me da que lo haremos. Salimos de allí cuando el sol se escondía, y el influjo mágico de la luna empezaba a actuar sobre nosotros, aunque todavía no nos percatábamos. Pero estoy seguro de que hubo algo de sobrenatural. De otra manera, no se explica que espontáneamente nos fuéramos de cena una tropa como de 20 personas, cuando por lo general esta clase de evento no se logra sin una larga y compleja organización para conjugar fechas y hora

El Fin del Mundo

Puedo empezar a hablar del buen tiempo, mencionar el fútbol, comentar algún anuncio de la tele o poneros al día de lo que estoy leyendo. También puedo seguir escribiendo sin centrarme en ningún tema, sólo por el placer de hilvanar las frases y poner una palabra detrás de otra. Puedo explicar cómo me va en el trabajo, o cómo va mejorando mi inglés. Podría decir a dónde he ido hoy, o con quién he estado. Podría retratar a una persona o a un momento, si quisiera… y si no supiera que acabaría siendo una mala idea. Puedo analizar las cosas que me han gustado últimamente, ya sea en cine, música o literatura. Puedo colgar fotos mías haciendo el tonto y hacer comentarios supuestamente graciosos sobre ellas. Puedo contar alguna anécdota divertida que me haya acontecido en algún día lejano (o próximo). También puedo elegir algún tema “de interés general” y hacer algún tipo de artículo humorístico, que va tocando. Debería poder inventarme una historia de la nada, porque recuerdo un tiempo en que

Próximamente

Paremos el reloj un ratito. Ya decía Cortázar que los relojes pueden esclavizarnos si les dejamos, aunque me arriesgo a parecer un gafapasta citándolo. Próximamente está aquí y ha dejado, por tanto, de existir, paradojas de la vida. No por falsas menos ciertas, si me permiten decirlo, y es que no es esto un terreno firme al que podamos agarrarnos. Digamos que es un navío sin relojes que va naufragando en el tiempo, y me resignaré a ser un gafapasta por esta noche. No será entretenido para muchos, pero será entretenido para mí, y ya me preocuparé de ellos cuando llegue a la orilla. En mis manos ha caído recientemente La Noche del Oráculo, de Auster, del que espero que pase a engrosar la lista de candidatos del año una vez termine la última página… aunque tan sólo he leído un libro suyo aparte de este que estoy empezando (El Palacio de la Luna, finalista en 2005) tengo bastante fe en Paul Auster. Bueno, también he leído una versión en cómic de La Ciudad de Cristal, que era estupenda, pe

Últimamente

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Han sido días intensos y gratos. Me lo he pasado muy bien de muchas maneras diversas. Destaca, por ejemplo, el picnic montunista del domingo, pero no quiero añadir nada a lo que ya se ha dicho por aquí e acolá , aparte de agradecer los esfuerzos logísticos de los responsables. Debe de costar juntar a veintitantas personas pa lo mismo, pero merece la pena. Y es que, como suele ocurrir, la compañía ha sido más importante que la actividad… que también molaba. Tampoco puedo olvidar que ayer he ido por primera vez en mi vida a jugar a los bolos. Una vez más, es una de esas cosas que dependen mucho de la compañía que tengas. En gran parte por eso, yo me lo pasé de vicio. El juego en sí mismo no es que sea gran cosa, pero tiene como un gusanillo vicioso y te lo pasas bien. Además, resulta que se me ha dado mejor de lo que esperaba, y puedo contar por victorias todas las partidas que he jugado en mi vida. Pero el motivo por el que no puedo olvidarlo es otro: aunque suena ridículo, tengo unas