Premio Waznei 2018: Menciones Especiales (1)

Antes de entrar al trapo con el gran ganador, algunos apuntes que me apetece hacer sobre los candidatos más interesantes. Vamos con....

El Mejor Mundo Abierto - Zelda: Breath of the Wild


Está claro que los muchos juegos de Nintendo que jugué a principios del año tienen que ver con haberme comprado una Switch las pasadas navidades. Quienes me conocen me han oído ya rechazar las consolas y abrazar definitivamente al PC como la mejor plataforma para disfrutar de los juegos, asi que no haré mucho hincapié en esto. Pero, en las famosas listas de “Mejor de” de 2017 no dejaban de aparecer el Mario Odissey y el nuevo Zelda de la Switch, asi que me dije, “qué demonios”. Estoy muy contento con la Switch, y desde luego aporta cosas que la hacen mucho más interesante que ps4 o xb1, sobre todo si uno no tiene un pc para jugar (que no es mi caso, pero bueno)… y una de las mejores es poder jugar a exclusivos como este Zelda.

Nunca fui muy fan de los Zelda. Sus puzzles sencillos y combate simplón de las primeras horas siempre me aburrieron pronto. El único al que he jugado un número de horas significativo fue a uno de DS que, según me aseguran, ni siquiera era de los mejores (Phantom Hourglass). Comprendo lo bueno que tiene, sencillamente no es mi tipo de juego. Además, adivino en la serie el origen de influencias que luego marcaron mucho el ahora establecido género del jrpg, que, como es natural, tampoco es mi estilo de juego. Lo intenté, pero como suele ocurrir, tuve mala suerte con mis intentos… para otro día quedará la historia de mi experiencia con Final Fantasy XIII.

El caso es que este nuevo Zelda 3d en mundo abierto con elementos sandbox me llamaba la atención. Además de tener un estilo visual muy atractivo, no dejaba de leer sobre él en todas partes cosas fantásticas con un grado de unanimidad sorprendente. Asi que, movido por la curiosidad, animado por la presencia de Mario Odissey, otro éxito de la crítica (y a mí siempre me han gustado mucho los Marios!) y sabiendo que existe el Mario Kart 8, que es un valor seguro para el multijugador local (que es el que mola), me compré de una tacada la Switch y el Zelda.

Y aunque visualmente es fantástico (más artística que técnicamente; nada que mueva la Switch impresiona mucho a alguien con un pc decente) la verdad es que los primeros momentos me dejaron un poco frío. Sí, mucho mundo abierto, pero seguía encontrándome con las típicas “barreras narrativas” que limitaban tu libertad, y no las tenía todas conmigo respecto al tema de recoger ítems, coleccionar cosas, y el crafteo de armas y comida, que suele acabar convirtiéndose en minijuegos que pierden el interés muy rápido. Qué alegría equivocarme.

En cuanto juegas un poco más y el mundo realmente se abre (en cuanto consigues la paravela, vaya, un objeto que te permite planear al lanzarte desde grandes alturas) es cuando se empieza a ver el alcance de las decisiones tomadas por el equipo de diseño. No solo el mundo es verdaderamente abierto, sino que integra brillantemente la parte de exploración, recompensando con descubrimientos valiosos al jugador que se pregunta si puede subirse a esa roca, si puede alcanzar aquel risco, qué pasa si intento esto. Ya se habían visto antes sandbox en los que por todas partes se encuentran cosas que hacer (aunque no sabría decir si hay muchos tan valientes como para permitirnos ir al final nada más empezar a jugar). Lo que no se había visto es uno que sepa integrar todas sus mecánicas de una manera tan coherente y fluida.

Porque la otra cosa que hace brillar a Z:BotW es la manera en que las pequeñas mecánicas encajan entre sí. Cosas como la física del mundo, en que las cosas redondas ruedan pendiente abajo y el fuego se propaga en la dirección del viento, que se combinan con el diferente manejo de cada arma, que obliga a cambiar la manera en que afrontas un combate, formando una especie de pequeños puzles abiertos que dejan un montón de espacio para… para jugar. Es muy satisfactorio descubrir (y este es el gran acierto, descubrir, ya que el juego no te lo dice) las diferentes maneras en que puedes enfocar una situación: hacer rodar una bomba colina abajo y detonarla con éxito cuando está cerca del enemigo es un ejemplo muy fácil, y el juego está lleno de ellos. Lo mejor es que no dependen de un movimiento o mecánica concretos, sino que emanan con naturalidad de la comprensión de las leyes naturales del mundo. Ninguna cinemática puede igualar la sensación de intentar una idea loca que se te ocurre y comprobar que puede hacerse, y que el mundo reacciona como tú te esperas… o mejor, de una manera inesperada pero perfectamente comprensible en cuanto la ves.

Por este enfoque “juguetón” al paradigma del sandbox, que empezaba a estar en exceso anquilosado en el “modelo Rockstar”, creo que Z:BoftW se merece el título de Mejor Mundo Abierto 2018. Espero que otros puedan tomar nota y que sus aportaciones no se queden en el gueto de la Switch.

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