Rejugando

Estamos bien metidos en la segunda mitad de 2023 y me ha llamado la atención que la lista de participantes en la edición de los WAAW de este año está siendo, hasta el momento, más corta que en las ediciones anteriores a estas alturas. ¿Cómo es eso?, os preguntaréis. ¿Acaso he dejado de jugar? ¿Estoy en un momento de hastío videojueguil? No, no, claro que no.  Seguramente no habré jugado menos este año que cualquiera de los anteriores (bueno, menos que 2020 imagino que sí) y sin embargo la lista de participantes es más o menos la mitad… porque me he pasado un montón de tiempo rejugando a juegos de años anteriores. Un buen juego no caduca, y no deja de suscitar conversación. Así que aunque no sean nuevos, aquí os cuento quiénes son mis principales comehoras de 2023, viejos conocidos de esta casa. 

 

El vigente campeón del WAAW me abrumó con su escala y su dificultad allá por marzo-abril del año pasado, y lo fui dejando un poco de lado según salían otros juegos que quería ir probando. Conociéndome como me conozco, no pensé que fuera a retomarlo, no porque pensase que no valiera la pena (hablamos de un ganador del WAAW al fin y al cabo) sino porque no me fiaba de mi capacidad para volver a meterme en la partida al nivel de destreza que el juego exige. Las 32-35 horas que jugué entonces me bastaron para comprender que era un juegazo de alto calibre (ahí está el premio), pero honestamente no es mi tipo de juego y, por seguir con la honestidad, el paisaje de Liurnia me cautivó por su atractivo pero también me asustó por su tamaño. Aún así, y contra todo pronóstico, el mero hecho de escribir el discurso de entrega del premio me volvió a meter el gusanillo de seguir la partida. Y sí, pude confirmar todo lo bueno que ya dije, y más. Jugué como otras 40 y pico horas (el marcador de Steam dice 77h ahora mismo) y creo que el juego es mucho mejor de lo que yo pensaba el año pasado. Sigo sin terminarlo, claro, sigo sin estar ni cerca. Pero he vivido un montón de aventuras, he explorado un montón de lugares, he vencido a un montón de enemigos, he encontrado un montón de objetos increíbles, descubierto un montón de secretos fascinantes. Su carácter de pseudo secuela no le permitirá tener la influencia seminal de un Dark Souls, pero Elden Ring es un triunfo mayúsculo, un juego que verdaderamente hay que jugar, aunque no sea lo tuyo. Y, pensándolo bien, tampoco es tan difícil.


El Football Manager siempre vuelve. Para la edición de 2023 decidí empezar una partida en la segunda división argentina. Me hice a un manager de allí, un tal Juan Pelicán, descendiente de gallegos, y me puse a ello. Empecé en Quilmes, al que pillé en la parte baja de la tabla (el juego empieza con la temporada a medias) y conseguí dejarlo en una posición muy digna. De hecho, jugamos un partido de promoción pero perdimos miserablemente. Aún así, la actuación fue tan buena que empecé a llamar la atención de otros equipos. Estuve muy ilusionado cuando Independiente me entrevistó para el puesto, pero algo no les debió de convencer de mis respuestas, porque eligieron a otro tipo. Eligieron al entrenador de Argentinos Juniors (no recuerdo quién era), imagino que porque lo vieron menos arriesgado. Pero Argentinos Jrs necesitó entonces un entrenador, y a ellos sí que los convencí. Una cosa buena del campeonato argentino es que, quitando a los dos grandes, River y Boca, nadie tiene un duro, así que las diferencias entre los clubes no son tan grandes como en las ligas europeas. Un par de buenos fichajes, un par de talentos prometedores que salieron de la cantera, y pudimos hacer una gran temporada con Argentinos Juniors, con quienes me clasifiqué para jugar la Libertadores al año siguiente (por delante de Independiente, lo cual me produjo gran satisfacción). El Gremio de Porto Alegre me entrevistó para contratarme, y también estaba ilusionado, pero una vez más eligieron a otro candidato. Fue para bien, porque a la temporada siguiente conseguí el importantísimo logro de ganar la Copa de Argentina con Argentinos Jrs. Coincidió con un año nefasto de Boca, lo que me facilitó las cosas, pero aún así tiene mucho mérito. Tanto mérito tiene que, al principio de la siguiente temporada, cuando la selección argentina despidió a Scaloni (que, por supuesto, no ganó ni mundial ni nada)… no me contrató a mí, aunque mi nombre sonaba… pero contrató a Gallardo, el técnico de River. Y River sí que me contrató a mí. Si no recuerdo mal, estuve 2 temporadas en River, en las que gané una liga, una copa, una copa de la liga, y como broche, una Libertadores. El músculo financiero de River me permitió hacerme con los jugadores más prometedores del continente, pero tuve la satisfacción de que el más importante de todos ellos, Roberto Díaz, salió de la cantera. Con la sensación de haber cumplido un ciclo, empecé a interesarme por dar el salto a Europa. Lo hice poco después de la Libertadores, al principio de mi tercera temporada, yendo a un deprimido Valencia post-Peter Lim. Ese Valencia ya no se parecía mucho al real, por fortuna, pero le faltaba un poco para dar un salto de calidad. Ese poco fue mi buen ojo para los fichajes. Me traje a Roberto Díaz, mi jugador bandera de los tiempos de River, a algún otro joven sudamericano al que tenía echado el ojo, y la rompimos con un increíble subcampeonato nada más llegar. La temporada siguiente, buena experiencia europea en la Champions, consagración definitiva de Roberto Díaz como uno de los grandes goleadores del continente, clasificados para la UEFA (compaginar tres competiciones es duro) y otro éxito mayúsculo con el campeonato de copa. Claramente el Valencia se me quedaba ya pequeño, así que le di largas a su oferta de renovación y acabé yéndome al Inter de Milán al verano siguiente. La primera temporada en el Inter fue un absoluto éxito donde solo pude lamentar el no poder traerme en mi aventura italiana a mi querido Roberto Díaz, que se fue al Manchester United en un traspaso demencial de 114M (yo lo había fichado para el Valencia por 13,5M). La temporada siguiente es la actual, la 2029-2030 y la cosa pinta aún mejor. Estoy arrasando en la Serie A y tengo una legítima oportunidad de ir a por la Champions. De momento estoy clasificado para la primera eliminatoria (es 29 de diciembre en mi partida). ¿Lo conseguiré? Ya veremos. Steam me dice que llevo 183 horas jugando.


 

 

Me temo que este es otro de los que vuelven. Después de ganar el WAAW en 2021, un par de expansiones le han dado un aire nuevo al juego. Jugué una partida completa durante el año pasado aprovechando el DLC Fate of Iberia y, como suele ocurrir con los juegos de Paradox, es como otro juego. Con la nueva de Viajes y Torneos vuelve a ocurrir lo mismo. Mi partida con el reino pagano centroafricano de Kong no me cautivó tanto como la del imperio de Galicia conquistando Bizancio y la dejé un poco a medias. Pero no tengo miedo: el CK3 va a volver a atraparme, lo sé. Steam dice que lo ha hecho durante 218 horas de momento.

 

 

Otro ilustre ganador del WAAW, esta vez el de 2021. Mohawk han estado trabajando en él con varias expansiones, packs de escenarios, y parches de reequilibrio. Además, lo han traducido y todo. Mi sensación es que es un juego infravalorado por el público, porque no oigo hablar de él ni la mitad de lo que se merece. Esto no es “un Civilization”, es mejor que el Civilization. Espero que sean cosas mías, sea un pelotazo comercial y en Mohawk se estén forrando, porque se lo merecen. Lo tengo en Epic, y ya me fastidia, porque lidiar con el cliente de Epic es un asco. Hasta llegué a pensarme el volver a comprármelo en Steam, pero bueno, tampoco hay que perder el norte. Epic dice que llevo 130 horas, y como ahora nos hemos liado a jugar online, es muy probable que ese número vaya aumentando hasta cifras muy serias.

 

 

Y estas son mayormente las razones de que la lista de este año esté siendo más corta. Pero aún queda mucho 2023. No pierdo la esperanza con Silksong, en pocos días llega Baldur’s Gate 3, que es un candidato muy claro, y tengo ahí el Zelda: Tears of the Kingdom esperando a que le saquen el plástico. Creo que me voy a divertir.

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