Premio Waznei 2023 – Mejor Juego del Año: Baldur’s Gate III

 

No hay sorpresas. El gran favorito de este año gana por aclamación. Baldur’s Gate III es tan bueno, tan incontestable, que sale incluso de su nicho y no tengo dudas de que aparecerá entre los mejores del año de cualquier lista mainstream con un mínimo criterio, y ganará unos cuantos de esos premios menores. El importante, el Premio Waznei, ya lo tiene.

 

He hablado ya antes de BG3, y también de Larian, el estudio belga que lo ha realizado, con ocasión de mi post sobre el Divinity: Original Sin 2 (2017). Todo lo que dije en ese artículo lo podría repetir de nuevo, lo bueno y lo malo. Los personajes vuelven a ser interesantes y sus historias están bien engarzadas en la principal, de modo que tenemos siempre muchos motivos para hacer las cosas que hay que hacer. La gestión del inventario sigue siendo lo peor, con diferencia. Se ha mejorado respecto a los tiempos de D:OS2 de varias maneras, pero hay una verdad inevitable que nadie ha conseguido desmentir: si tu juego tiene miles de objetos y pretendes que el jugador tenga total libertad de elección, tu inventario va a ser farragoso.

El salto más significativo de BG3 respecto a D:OS2 está, me parece, en los valores de producción. Sin llegar a ser una exhibición ostentosa como Red Dead Redemption 2 (2018) o Cyberpunk 2077 (2020), los juegos que más me han impresionado en lo visual estos últimos años, BG3 mantiene el tipo y se coloca solo un pelín por detrás en cuanto a lo puramente técnico. Pero donde sí impresiona es en lo que hace con esos recursos, que es algo que no se había visto aplicado al rpg clásico. El tratamiento cinematográfico de cada conversación y cada escena acaba ganándote por aplastamiento. Habíamos visto antes juegos con excelentes actores doblando cada línea de diálogo. Habíamos visto juegos maravillosamente animados y con un gran trabajo a nivel de captura de movimiento. Y habíamos visto juegos con guiones muy ramificados, muchas opciones de diálogo y muchos personajes “con texto”. Todo a la vez, ya no está tan visto. BG3 es puntero en cada una de esas facetas, y tiene más de cada una de ellas que ningún juego que me venga a la cabeza.

Esto es importante porque demuestra que en realidad el público general no tiene aversión a juegos con el planteamiento de BG3, es decir, a rpgs clásicos con reglamentos detallados, de desarrollo lento, combate por turnos muy táctico, con interacciones complejas, mucho texto, y peso en los diálogos. Resulta que estos juegos, que llevan 20 años siendo un nicho para frikis, le encantan a muchísima gente cuando los presentas de una manera atractiva. Vaya sorpresa eh?

 

Muralla junto a colina? Cuestionable

Pero claro, en Larian no solamente se han quedado ahí. Aunque uno podría decir que BG3 es, efectivamente, un “Divinity 3”, como mucha gente vaticinó de una manera un tanto despectiva cuando se anunció el proyecto, hay que reconocer que continuaron afinando la fórmula. La libertad de elección, la amplitud de posibilidades, las múltiples maneras de resolver situaciones, siguen estando ahí, igual que estaban en D:OS2, pero ahora están de una manera más explícita, más intensa y más radical. Las divergencias posibles en la trama son mucho más notorias y frecuentes, lo cual significa un paso adelante lógico desde la serie Divinity pero que, visto “desde fuera”, supone entrar en un paradigma nuevo y sin parangón. No existe en el mercado, hoy en día, nada comparable. Larian han comprendido mejor que nadie que la libertad de elección para el jugador, tan cacareada a veces, solo es posible cuando se asume que el jugador nunca va a experimentar todo el contenido. Cuando se renuncia, en definitiva, a ser “efectivo en costes”, ese eufemismo corporativo que sirve por lo general para enmascarar la cicatería del dueño. Los valores de producción que antes comentaba están reforzados en BG3 por un exceso pantagruélico en cuanto a posibilidades, presentadas con un deleite casi perverso en su propia audacia. Es como si el juego te desafiase, en ocasiones, a intentar lo más loco que se te ocurra, y respondiese con un “sujétame el cubata” a cualquier planteamiento del jugador.

Resulta tristemente evidente que un juego como BG3 no puede venir de una gran distribuidora ni depender de financiación externa, porque nadie usando criterios económicos convencionales hubiera autorizado un dispendio de este calibre en un juego de este tipo. La polémica en la que se vio envuelto el juego, con discusiones sobre si debería ser considerado un “nuevo estándar” de calidad, ha sido malinterpretada en muchos casos. Es evidente también que no se puede exigir a cualquier estudio independiente un lanzamiento de esta magnitud (aunque no hay cifras oficiales, se ha especulado un presupuesto del entorno de 100 millones de euros para el juego) pero resulta no menos evidente ahora que las grandes desarrolladoras de superproducciones con equipos multinacionales de miles de personas que manejan presupuestos aún mayores han estado tacañeando contenido de una manera escandalosa desde hace años. Efectivamente, no se puede considerar a BG3 un nuevo estándar de calidad, porque nada en este juego es “estándar”. Lo que es, es un nuevo benchmark, el nuevo rival a batir. Alguien puede lanzar un gran rpg de éxito y no acercarse siquiera al nivel de BG3, de la misma manera que ha habido estupendos sandbox de acción en mundo abierto sin siquiera acercarse al nivel de GTA5, un juego de hace más de 10 años. En Rockstar aún les da la risa si alguien les habla de Cyberpunk.

 

Puerta de Baldur es un pedazo de ciudad.

 

Es inevitable señalar también que un factor importante en el éxito comercial del juego debe de tener que ver con el auge de popularidad que está disfrutando D&D últimamente. Es una simbiosis perfecta, y estoy seguro de que muchos aficionados a D&D llegarán a BG3 sin conocer necesariamente la serie Divinity, tanto como de que muchos jugadores de BG3 se animarán a probar D&D después de jugarlo. La representación de las reglas es impecable, con muy pocas adaptaciones y concesiones, algunas de las cuales se ha anunciado ya que pasarán a formar parte del reglamento oficial en 2024. Personalmente, el conocer el sistema me ha ayudado a entrar con buen pie en BG3, ya que recuerdo las dificultades y el prueba y error que tuve en los Divinity mientras me hacía con el sistema. Esa puede ser quizá la razón de que, en general, el juego me resulta bastante más fácil que los anteriores que he jugado de Larian. El juego resulta un puntillo demasiado fácil… cuando conoces bien el sistema y lo usas en tu favor, claro. Además, el de D&D es un sistema notoriamente descompensado en favor del jugador, y si le añadimos las facilidades para resucitar que propone Larian (la muerte de un personaje es, en la práctica, un contratiempo rutinario), la cosa se hace muy llevadera.

El cambio al sistema D&D implica también cierto cambio de estilo en el combate, que pasa a estar más centrado en la economía de acciones que en las interacciones elementales con las que era tan divertido jugar en los Divinity. Aún así, mantienen un interés y una variedad notable a lo largo de todo el juego, que no es decir poco en vista de lo largo que resulta. Mención especial merece la verticalidad de los escenarios, que convierte cada encuentro en un pequeño microcosmos de posibilidades. Nunca fue tan divertido arrojar a alguien por un precipicio como es en BG3, y estoy seguro de que esto causará una modificación en las reglas de D&D para aprovechar este hallazgo.

 

Puro D&D

 

Se ha dicho que BG3 imita extraordinariamente la experiencia de jugar a rol en mesa, y eso es, por supuesto, una exageración. Al final no deja de ser un videojuego, y ningún videojuego puede compararse con un DM. Pero hay que reconocer que, salvando las distancias, es lo más parecido que hay a la experiencia genuina, especialmente jugando en multiplayer. Al igual (una vez más) que los Divinity, el juego está diseñado para el cooperativo y, en mi opinión, es la manera perfecta de jugar. Yo lo estoy haciendo en un grupo de 2 personas y me lo estoy pasando maravillosamente. Cada uno vamos mucho a nuestro aire y parte de la gracia es ir contándonos las cosas que hemos estado haciendo cuando el otro andaba liado en otra cosa. Si se juntan 4 PJs, mi sensación es que la experiencia sería casi, casi, casi equiparable a la de una partida “de verdad” en mesa. No existe ningún otro juego del que podría decir algo parecido. Bueno, salvo el D:OS2, claro.

Otra diferencia reseñable con los Divinity es que esta vez Larian se han tomado muchas molestias en integrar también en la partida a los personajes creados por el jugador, sin necesidad de tener que elegir a alguno de los ya creados. Una vez jugado, creo que Sven Vincke, el director del estudio, tenía razón cuando recomendaba en una entrevista jugar “la primera partida” con un personaje hecho a medida por el jugador, incluso llegando al extremo de recomendar ignorar a los PJs precreados en caso de jugar un coop a 4 personas. En mi partida, mi compañero y yo elegimos PJs precreados en base a nuestra experiencia en Divinity, y aunque nos lo estamos pasando genial, lo cierto es que nos estamos “perdiendo” la interpretación de los PJs que elegimos porque… bueno, porque la tapamos nosotros con la nuestra. A mi me dio la risa cuando el tipo habló de “la primera partida”, como dando por hecho que después de las 120 horas o así que puede llevar acabarla, uno quisiera echarse otra. Pero lo cierto es que sí, que apetece. Una y otra vez, durante la partida, viendo las cosas que ocurrían como consecuencia de decisiones que habíamos tomado anteriormente, nos hemos preguntado “¡un momento! y si hubiéramos hecho aquella otra cosa?”. Una y otra vez, cuando pensamos que una misión estaba cerrada, nos encontramos con consecuencias que afectaban de manera relevante al desarrollo de otras misiones. Creo que no me equivoco si digo que BG3 es el rpg en el que más diferentes pueden ser las partidas de cada persona. 

 

Las explosiones nunca pasan de moda

 

Así pues, tenemos un crpg basado en un rpg de éxito, con elevados niveles de producción, realizado por un estudio especializado en el género, con mucha libertad de acción, combate táctico divertido, personajes interesantes brillantemente interpretados, un guión super ramificado donde muchísimas de las decisiones que tomamos tienen peso en la trama, y la posibilidad de jugarlo en co-op con hasta otras tres personas. Es como un juego hecho a medida para mí. Quizá no pueda ser el nuevo estándar de la industria, pero desde luego es a lo que habría que aspirar en el mejor de los casos. ¿Cómo no va a ser el mejor juego del año?

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