Próximamente
Paremos el reloj un ratito. Ya decía Cortázar que los relojes pueden esclavizarnos si les dejamos, aunque me arriesgo a parecer un gafapasta citándolo. Próximamente está aquí y ha dejado, por tanto, de existir, paradojas de la vida. No por falsas menos ciertas, si me permiten decirlo, y es que no es esto un terreno firme al que podamos agarrarnos. Digamos que es un navío sin relojes que va naufragando en el tiempo, y me resignaré a ser un gafapasta por esta noche. No será entretenido para muchos, pero será entretenido para mí, y ya me preocuparé de ellos cuando llegue a la orilla.
En mis manos ha caído recientemente La Noche del Oráculo, de Auster, del que espero que pase a engrosar la lista de candidatos del año una vez termine la última página… aunque tan sólo he leído un libro suyo aparte de este que estoy empezando (El Palacio de la Luna, finalista en 2005) tengo bastante fe en Paul Auster. Bueno, también he leído una versión en cómic de La Ciudad de Cristal, que era estupenda, pero no sé si sería justo que la contara. En cualquier caso, pronto diré por aquí lo que me parece, porque cuando hay expectativas no se puede pasar desapercibido, para bien o para mal. Antes o después (imposible de precisar en esta chalupa atemporal), haré lo propio con La Espada del Destino, de Andrzej Sapkowski, cuyo nombre acaba de obligarme a levantarme a hacer una consulta. Es lo que parece, desde luego: fantasía. Después del gran éxito de la Canción de Hielo y Fuego estoy dispuesto a dar oportunidades a otras obras del género, como atestigua la candidatura de Steven Brust, por mucho que no figure en las quinielas como ganador. En estos últimos meses estoy leyendo más fantasy que en los últimos 10 años, aunque parece una exageración. Quizá lo sea, pero no lo creo… y no voy a entrar ahora en la cuestión de qué es fantasy y qué no. Aunque si alguien se atreve con una definición, bienvenido sea.
Hoy mismo actualicé la sección de las cosas que vengo escuchando. Y como extra, incluyo muestras en forma de links a los vídeos de las actuaciones en cuestión. En primer lugar tenemos una acojonante versión de Tear que me obligó a buscar el concierto entero después de verla “casualmente” en el youtube. Lo logré fácilmente gracias a la estupenda comunidad española de fanáticos de los pumpkins, de la que me considero parte ( www.losdientesdeava.net/avalon ). Realmente creo que esta versión mejora incluso a la de Adore, y es un jodido directo a la jeta de esos que consideran un fracaso el disco, comprensible pero injustamente menospreciado por el gran público. Que le den al gran público. Ved el vídeo y tratad de decirme que eso no es rock del bueno (por cierto: atención al flipao del batería que sustituía a Jimmy en esa gira). La otra es una de esas canciones que aunque siempre te haya gustado, de repente viene y se te revela en todo su esplendor, como si la escucharas por primera vez. Glynis es una canción preciosa que últimamente no deja de resonar en mi cabeza, si es que “últimamente” tiene algún significado aquí. Además, mi inglés empieza a darme para comprender la letra, que es sencillamente la hostia. Como contextualización, decir que está dedicada a una amiga de Corgan, Glynis, que murió de sida. Un bellísimo homenaje.
La barca se hunde y el agua me llega a las rodillas, el tiempo exige lo suyo y no se puede luchar contra esta corriente. Nos veremos pronto en algún momento concreto, quizá con algo concreto que decir y suelo firme que pisar. Hasta entonces, ya sabéis. Y si no sabéis, recordad la canción:
“And you know you’re never sure
But you’re sure you could be right”
En mis manos ha caído recientemente La Noche del Oráculo, de Auster, del que espero que pase a engrosar la lista de candidatos del año una vez termine la última página… aunque tan sólo he leído un libro suyo aparte de este que estoy empezando (El Palacio de la Luna, finalista en 2005) tengo bastante fe en Paul Auster. Bueno, también he leído una versión en cómic de La Ciudad de Cristal, que era estupenda, pero no sé si sería justo que la contara. En cualquier caso, pronto diré por aquí lo que me parece, porque cuando hay expectativas no se puede pasar desapercibido, para bien o para mal. Antes o después (imposible de precisar en esta chalupa atemporal), haré lo propio con La Espada del Destino, de Andrzej Sapkowski, cuyo nombre acaba de obligarme a levantarme a hacer una consulta. Es lo que parece, desde luego: fantasía. Después del gran éxito de la Canción de Hielo y Fuego estoy dispuesto a dar oportunidades a otras obras del género, como atestigua la candidatura de Steven Brust, por mucho que no figure en las quinielas como ganador. En estos últimos meses estoy leyendo más fantasy que en los últimos 10 años, aunque parece una exageración. Quizá lo sea, pero no lo creo… y no voy a entrar ahora en la cuestión de qué es fantasy y qué no. Aunque si alguien se atreve con una definición, bienvenido sea.
Hoy mismo actualicé la sección de las cosas que vengo escuchando. Y como extra, incluyo muestras en forma de links a los vídeos de las actuaciones en cuestión. En primer lugar tenemos una acojonante versión de Tear que me obligó a buscar el concierto entero después de verla “casualmente” en el youtube. Lo logré fácilmente gracias a la estupenda comunidad española de fanáticos de los pumpkins, de la que me considero parte ( www.losdientesdeava.net/avalon ). Realmente creo que esta versión mejora incluso a la de Adore, y es un jodido directo a la jeta de esos que consideran un fracaso el disco, comprensible pero injustamente menospreciado por el gran público. Que le den al gran público. Ved el vídeo y tratad de decirme que eso no es rock del bueno (por cierto: atención al flipao del batería que sustituía a Jimmy en esa gira). La otra es una de esas canciones que aunque siempre te haya gustado, de repente viene y se te revela en todo su esplendor, como si la escucharas por primera vez. Glynis es una canción preciosa que últimamente no deja de resonar en mi cabeza, si es que “últimamente” tiene algún significado aquí. Además, mi inglés empieza a darme para comprender la letra, que es sencillamente la hostia. Como contextualización, decir que está dedicada a una amiga de Corgan, Glynis, que murió de sida. Un bellísimo homenaje.
La barca se hunde y el agua me llega a las rodillas, el tiempo exige lo suyo y no se puede luchar contra esta corriente. Nos veremos pronto en algún momento concreto, quizá con algo concreto que decir y suelo firme que pisar. Hasta entonces, ya sabéis. Y si no sabéis, recordad la canción:
“And you know you’re never sure
But you’re sure you could be right”
Comentarios
Hala Berni, un abraaaaaaaaaaazo
Rober
(Rosetta y Galaxia patrocinan este post).
En fin, supongo que paul auster es de esa clase de autores que dividen al personal, yo soy de los que no lo tragan.
Salud y buena lectura.