Adelante

No esperaba estar escribiendo esto ahora, pero he aquí que mi hermanito me ha prestado un portátil y me estoy aprovechando del wifi gratuito del hotel para rematar esta hora muerta antes de la cena. Como muchos sabréis, esta semana estoy en Coruña, en el curso de formación para mi nuevo trabajo. Está siendo prometedor.

Hay un montón de cosas que me están llamando la atención de todo esto, tantas que creo que me voy a liar si intento contarlas, asi que de momento lo dejaré. En resumen, diré que duermo poco y paso la mayor parte del tiempo en el curso. Dimos unas vueltas por Coruña y tomamos algo, pero no nos corremos grandes juergas porque al día siguiente hay que madrugar. Hoy fue particularmente fastidioso porque me tocó reconocimiento médico y hubo que madrugar más todavía. Sé que es normal, pero no me habían hecho ninguno antes en ningún trabajo. Un detalle más en el que notas que se trata de una empresa grande. Eso no significa que sean mejores que nadie (no en principio), pero es innegable que tienen medios... y no les duele usarlos. Como la semana de hotel pagada, por ejemplo. Con pensión completa y transporte incluídos. El hotel no está nada mal, en primera línea de playa en una zona que me han descrito (acertadamente, diría yo) como la Baiona coruñesa (Santa Cristina, por si os sirve de algo). Teniendo en cuenta que ni siquiera he firmado el contrato todavía, no está mal del todo.

Otro detalle curioso es lo machacón de las consignas, que muchos dirían que forman parte de una maniobra de lavado de cerebro. En realidad lo llaman cultura corporativa, que no es más que un nombre más bonito para lo mismo. No me parece mal, y rechazo cualquier consideración negativa sobre este tema. Miguel dirá que es porque el lavado ha funcionado. ¿Qué más da? Es un pequeño precio.

La otra cosa que me choca son los compañeros del curso. Son gente normal y simpática, pero eso no es lo que me choca, claro. Parte del primer día lo dedicamos a las presentaciones, aunque casi todos nos conocíamos ya del hotel de vernos el día anterior. Después de presentarnos, el... mm.. llamémosle profesor, señaló lo mucho que se parecían nuestras respuestas a su batería de preguntas. Lo atribuyó a la excelencia del sistema de selección, puesto que todos presentábamos un cierto perfil y teníamos además estupendas capacidades y talentos. A partir de aquí se dejó caer por un breve instante en un discurso autosatisfactorio sobre cómo había que ser la hostia puta para superar las pruebas de selección, que aseguraban que sólo los elegidos para la gloria pudieran sobrevivir a todos los filtros. O como diría el señor Lobo, empezamos a chuparnos las pollas mutuamente.

Y digo que me choca porque tengo la sensación de tener muy pocas cosas en común con cualquiera de las otras 10 personas seleccionadas. Todos ellos me recuerdan a alguien, son algo así como arquetipos de personas, y no coinciden conmigo en apenas nada. Casi es como si los conociera de su encarnación anterior. Y casi no me parezco a ninguno. Sospecho que lo similar de nuestras respuestas se debe a que muchos simplemente dijeron lo que pensaban que el banco quería oír, y no a que los psicólogos que se encargaron de la selección tuvieran un conocimiento secreto para discernir quién era adecuado y quién no. Sin embargo, allí estábamos nosotros once. Y si cada uno de ellos responde a un arquetipo hasta el punto de que se podrían diseñar clases de personaje diferentes basándose en cada uno de ellos, entonces me encuentro con una pregunta la mar de curiosa: ¿A qué arquetipo pertenezco yo?

Comentarios

Virrey Mendoza ha dicho que…
No hagas preguntas de las que no quieras saber la respuesta , amigo.
Podría ser demasiado inquietante.
XD
Anónimo ha dicho que…
Jo, los cursos esos no son como los que organiza timofónica, para las teleoperadoras, que hay que joderse qué tocamiento de ovarios.

Vas a ser banquero como el tío gilito????, el tío del pato donald, digo...
Albesias ha dicho que…
el puto friki. Quieren formar un grupo de aventureros seguramente. El viciado de los coches, la chica super simpática, el emocionado de su profesión y el friki. Las consignas corporativas están bien si mantienes la perspectiva de que son un elemento de atrezzo corporativo y las juegas como si fuera tu alineamiento. Los que se las creen son unos putos gilipollas.

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